Si ha habido un escritor juguetón, ese, sin duda, ha sido Georges Perec. En estos días se ha publicado un libro que recoge 236 razones para leer a este artista de la palabra. Se titula ¿Por qué Georges Perec? (La uña rota), y viene escrito por un perecquiano llamado Kim Nguyen, un tipo curioso que se pasa la vida rindiendo homenajes al autor de La vida instrucciones de uso.
Sin ir más lejos, cada 23 de junio, Kim Nguyen visita una librería de Barcelona y compra un ejemplar de La vida instrucciones de uso que deja en manos del librero o de la librera con instrucciones muy precisas para regalarlo. Para quien no lo sepa, el 23 de junio de 1975 es la fecha de la muerte de Percival Bartlebooth, quien protagoniza la historia principal de una novela que es una gamberrada, un juego donde Perec nos ilustra acerca de la elasticidad del tiempo; en seiscientas páginas nos cuenta los segundos que preceden a la muerte de este personaje.
Lo que poca gente sabe es que de 1961 a 1978, Georges Perec trabajó en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia como documentalista, creando un sistema de indexación para organizar el fondo de publicaciones. A este método lo bautizó como Flambo y consistía en unas tarjetas a las que había hecho veintiuna divisiones en la parte superior con siete colores diferentes, tres por cada color. De esta manera se podía encontrar en poco tiempo toda la información requerida.
En un año ordenó gran parte del material contenido en el centro, confeccionando más de cuatro mil fichas, donde fue introduciendo datos erróneos, toques lúdicos que llevaban su sello humorístico; travesuras perecquianas al fin y al cabo como inventar nombres y descubrimientos científicos inexistentes. Lo de clasificar y enredarse en la base de datos de su sistema de clasificación, fue algo muy positivo para él, pues le abrió nuevas puertas a una creatividad que luego pondría en práctica en cada una de sus ficciones.
En uno de sus escritos nos habla de su atracción hacia el número 0 como punto de referencia a partir del cual se pueden determinar posiciones. Es más, para Perec, el espacio tenía tanta importancia como el tiempo. Por eso mismo se preguntaba por qué un reloj era más indispensable que una brújula. Las coordenadas del tiempo no son nada sin las del espacio, decía con razón.
Aunque todo el mundo crea saber dónde se encuentra, poca gente hace balance de su situación topográfica, poca gente o ninguna relaciona el número 0 con un lugar o un ser en el que podamos pensar. A partir de estos delirios científicos, Georges Perec construye un corpus literario sin parangón en la literatura contemporánea. Como buen perecquiano, Kim Nguyen lo sabe y añade una coordenada al 23 de junio, situando en el espacio de una librería el regalo de un ejemplar de La vida instrucciones de uso. Bienvenido sea.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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