jueves, noviembre 14

Sonia Vaccaro, psicóloga forense: “Ser madre con un hombre violento es un indicador de alta vulnerabilidad para las propias mujeres” | Sociedad

Sonia Vaccaro (Buenos Aires, 65 años) lleva desde 1990 trabajando con y contra la violencia machista. Es psicóloga y perita forense y fue ella quien acuñó, hace ya una década, el término violencia vicaria, una forma más de violencia machista por la que los hombres “usan” a los hijos e hijas para hacer daño a la madre. Acaba de publicar Violencia vicaria, golpear donde más duele (Desclée De Brouwer), un libro basado en la que es la primera investigación sobre violencia vicaria extrema en España con datos de 400 casos de violencia de género y la experiencia que acumula después de más de dos décadas en este ámbito.

En ese libro, Teresa Peramato, la Fiscal de Sala de Violencia sobre la Mujer, firma el prólogo. Y escribe: “Queda mucho camino por recorrer, muchos retos que alcanzar, y sin duda la herramienta fundamental es una formación de calidad que exige escuchar a las víctimas y a los expertos, analizar las críticas desde la objetividad; conocer la realidad para no incurrir en errores en el diagnóstico y ser efectivos en la prevención y protección de estas víctimas. Hagámoslo”. Vaccaro se pone al teléfono este lunes justo después de que se conociera el último asesinato machista, el que perpetró la madrugada del domingo Jhoel Anthony S. A., de 26 años: mató a su exmujer, de 25, y a su hija, de cinco. La mujer tuvo una orden de protección que se activó en 2020 tras denunciarlo por maltrato, pero que acabó por desactivarse después de que un juez lo absolviera de los cargos por no quedar suficientemente acreditada la agresión.

Pregunta. El último asesinato de una menor, la niña a la que su padre mató, junto a su madre, este domingo de madrugada, no es violencia vicaria, pero ¿qué análisis hace dentro de la violencia machista?

Respuesta. Se puede analizar desde la figura del pater familias, es decir, el dueño de su familia, de su prole, decide qué hacen y qué no, quién vive y quién muere, no tolera desobediencia y ejerce un control absoluto porque cree que tiene ese poder omnímodo. En un esquema de familia patriarcal, el pater familias es un arquetipo que tiene más de 2.000 años pero sigue tan vigente que asusta. La propia denominación de patria potestad viene de ahí, la ley lo incorporó así.

P. Hay una cuestión a la que hace referencia en su libro: cómo a veces se opera en la justicia desde ahí, desde esa visión que se tiene del padre. Y alega que la propia justicia es partícipe necesaria también a veces de lo que sucede.

R. La justicia, como cualquier otra institución, funciona con los mismos imaginarios colectivos que el resto, y a la vez contribuye a perpetuarlos. Por supuesto que hay jueces y juezas que trabajan con perspectiva de género y de infancia, pero también los hay que no. Y ese sesgo patriarcal es por el que en ocasiones se hace prevalecer el interés superior del pater familias por encima del interés superior del menor.

P. ¿Cuáles son esas ocasiones?

R. Por ejemplo cuando en divorcios y separaciones en los que hay una relación violenta de por medio se fuerza el contacto entre los menores y los padres biológicos. Criaturas que durante toda su vida solo han visto a un individuo que amenazaba, golpeaba a su madre, a veces también a ellos.

P. La Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia ya modificó el Código Civil para que si los jueces veían riesgo para ellos, pudieran suspender de forma cautelar la patria potestad, o las visitas y comunicaciones, o las custodias. ¿Por qué cree que sigue ocurriendo?

R. Precisamente por esa figura del pater familias. La justicia y otras instituciones hacen que prevalezca su interés considerando padres a estos hombres. Pero padre es otra cosa. Un hombre violento no es un buen padre, no lo es quien maltrata a la madre y está dispuesto a usar a sus hijos para continuar ejerciendo el control y el poder. Sin embargo, la justicia respeta a estos hombres los mismos derechos que a quienes no son violentos.

La psicóloga Sonia Vaccaro, en su despacho, este lunes.
La psicóloga Sonia Vaccaro, en su despacho, este lunes.Samuel Sánchez

P. Acuñó el término de violencia vicaria en 2012, ¿qué ha percibido en esta década?

R. Que se está incrementando este tipo de violencia por interposita persona, que se utilice a hijos e hijas.

P. Habla de utilizar y usar, al hablar de cómo actúan esos hombres sobre los menores.

R. Por supuesto. Esto comienza con la amenaza “te quitaré a los niños”. En esa amenaza ya está el concepto definido de los niños como objetos que están dispuestos a usar. Nadie amenaza con quitarle algo a otra persona que no sea una cosa. Los convierten en armas para hacerle daño a la madre.

P. ¿Cómo?

R. Estos individuos nunca han tenido empatía con sus hijos aunque la apariencia diga que sí. Recordemos siempre que esa es la doble fachada del hombre maltratador, un rostro en lo público y otro de puertas hacia dentro. Para él siempre fueron un objeto de poder y de control sobre esa mujer porque sabe que para ella son lo más importante. Precisamente por eso aguantan durante años, tantas y tantas cosas, y tardan a veces muchos años en dar el paso y tomar la decisión de separarse, de marcharse, o de denunciar.

P. ¿Podría poner algunos ejemplos?

R. La forma más extrema es el asesinato, pero está la violencia vicaria cotidiana o habitual, donde el individuo lo hace de muchas formas en el ejercicio de su derecho a visitas o cuando tienen la custodia, por ejemplo. Interrumpir los tratamientos médicos de los menores mientras están con ellos es una, o no llevarlos a actividades deportivas que a ellos les gustan, o no llevarlos a citas como cumpleaños que tienen que ver con la familia materna. No pagar cosas que necesitan como tratamientos odontológicos u oftalmológicos es otra, que es impedir el derecho a la salud. ¿Lo más común? No pagar la pensión que les corresponde.

P. ¿Esta violencia se produce siempre cuando se ha producido una separación o también cuando las parejas aún están juntas?

R. Especialmente se da cuando ella plantea el divorcio o la separación, o cuando comienza a tomar conciencia de esa violencia y empieza a querer hacer valer sus decisiones, ahí vemos que estos individuos comienzan a hacer presión a través de hijos e hijas. Un ejemplo: la madre quiere poner límites a ciertas cuestiones y el padre toma el rol de la permisividad total, dejándoles que hagan cualquier cosa. Otro: la madre no está de acuerdo en que un niño de diez años tenga móvil y el padre le compra un smartphone de última generación. Son cuestiones muy sutiles que hay que analizar en profundidad porque en todas esas formas de actuar, lo distintivo de la violencia vicaria es querer vapulear, menoscabar, el rol materno. Toda violencia vicaria es violencia infantil, pero no toda violencia infantil es violencia vicaria: la intencionalidad es lo que la marca.

P. ¿Por qué cree que sigue costando tanto detectarla?

R. Siempre digo que en este momento estamos con la violencia vicaria como en los años 80 estábamos con la violencia sobre la mujer. Solo estamos viendo la violencia física y extrema que es cuando se produce un asesinato, porque ahí ya no hay ninguna duda, y porque los propios asesinos lo verbalizan, lo habían avisado: “Ya verás lo que te pasa”, “te voy a dar donde más te duele”.

P. ¿Cree que sucederá lo mismo que con la violencia machista? La misma comprensión social e institucional, los mismos avances.

R. Ojalá. De verdad, hay que pensar en el interés superior del menor. Es un trabajo en el que no se puede perder un minuto ni una oportunidad porque se corre el riesgo de volver la casilla de salida, cualquier descuido te lleva ahí y puede tener consecuencias irreparables. Ser madre con un hombre violento es un indicador de alta vulnerabilidad para las propias mujeres, porque ellos usarán a los menores como un instrumento para controlarlas y hacerles daño, y ellas aguantarán lo que sea con tal de que, sobre ellos, no se produzca ese daño.

El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.

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