Gerard Descarrega (Reus, Tarragona, 1994) estira los isquiotibiales mientras recuerda cómo el atletismo le ayudó a adaptarse a una realidad para la que ningún niño está preparado. Con cuatro años, le diagnosticaron retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa de la vista. Le dijeron que terminaría quedándose ciego. Aquel niño se refugió en el deporte, su “vía de escape”, como él la llama. Primero practicó fútbol, baloncesto, hípica y motocross, hasta que sus dificultades visuales le impidieron seguir. Empezó a correr, y en esa disciplina encontró su verdadera pasión. Con 19 años perdió completamente la visión. Tres después, ganó su primer oro paralímpico en Río de Janeiro en el verano de 2016, y el segundo llegó en los juegos de Tokio en 2021. Ahora solo piensa en repetir sus mayores logros. “Es para lo único que estoy entrenando, para ponerme en forma y poder traerme otra medalla”, cuenta sin parar de ejercitarse. El domingo aterrizó de regreso tras una primera aproximación al objetivo: los deportistas de hasta 13 disciplinas del Equipo Iberia Talento a bordo viajaron a la capital francesa donde a finales de agosto se celebrará la cita olímpica en una primera incursión de reconocimiento. París, el verano próximo, otro oro. En eso se centra la mente del atleta mientras, tumbado en el césped, en uno de los laterales de la pista de entrenamiento del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sevilla que lo acoge desde hace tres años, termina su rutina de estiramientos. “Voy a luchar muchísimo”, advierte. Y no es una amenaza baladí, viniendo de alguien con su mentalidad.
A Descarrega le encanta probar dónde está su límite. Dice que forma parte de su filosofía vital, la misma que le ha llevado a conseguir sus hazañas deportivas, a sacarse una carrera mientras compite al máximo nivel o a escalar montañas como pasatiempo. Porque Descarrega, además de un apasionado del deporte, encuentra en la naturaleza su particular forma de conectar con el mundo. El año pasado formó parte de la expedición de Iberia que conquistó la cima del volcán Chachani, en Perú, a más de 6.000 metros de altura. Y no se detiene ahí: quiere ser la primera persona ciega en conquistar un ochomil.
Pregunta: En sus primeros años practicó otros deportes hasta que se decantó por el atletismo. ¿Qué significa para usted el deporte?
Respuesta: Me libera. Soy un apasionado del deporte, sobre todo, de los que se practican al aire libre. He tenido la suerte de practicar muchos cuando tenía un poco de vista, aunque ahora estoy un poco más limitado. Con el atletismo, por suerte, tengo todos los medios para seguir practicándolo y estoy todos los días picando piedra supercontento.
P. Está entrenando para los Juegos de París, pero también piensa en escalar más adelante un ochomil… ¿Qué busca en los retos y cómo los prepara?
R. Me encanta entrenar, es mi pasión y, encima, mi trabajo. Para mí París es un reto personal y profesional, el más inmediato. Es una pasada poder estar metido en este ciclo olímpico. Con la montaña, lo mismo: me apasiona la naturaleza y me gusta muchísimo ponerme al límite, ver hasta dónde puedo llegar. Para mí no es algo que me suponga decir: “¡Guau!, qué difícil es”. Yo lo intento, y hasta donde pueda llegar, llegaré. Esa es mi filosofía.
P. ¿Cree que el afán de superación es su gran talento?
R. Diría que no. La ceguera es una diferencia muy grande con la gente normal entre comillas, pero igual que yo me esfuerzo para correr más rápido, otros lo hacen para sacar adelante una familia o buscar un trabajo mejor. La superación es muy relativa. Me considero una persona normal que tiene esta profesión con la característica de ser ciego. Pero realmente, y lo digo de corazón, no creo que me supere más que otras personas.
MI DEFINICIÓN
“El talento es aquella capacidad innata que nos permite hacer algo especial por encima del resto de manera natural y espontánea”
Descarrega recuerda algunas imágenes de su infancia que le facilitan su día a día. Conceptos básicos, dice, como la forma de una cara, algunos colores o paisajes y escenas que vivió de niño. “Me ayudan mucho a orientarme en el mundo en el que vivimos y poder interpretar las cosas de otra manera”. Esos recuerdos le han beneficiado también a la hora de competir. Aunque dentro de la pista, donde se decide el éxito de los atletas, no está solo. En las modalidades de 400 metros lisos T11 y T13 en las que compite —la T indica que es una modalidad en pista (track, en inglés) y los números, que es una persona ciega o con discapacidad visual severa o moderada— se necesita la figura de un corredor guía que sirva de orientación para los corredores invidentes. A él le acompañan sus inseparables guías Guillermo Rojo y José María Marvizón, con los que ha entablado una amistad que se extiende fuera de los entrenamientos.
P. ¿Qué le aportan sus guías, más allá de la ayuda física? ¿Son algo así como sus almas gemelas?
R. Con Guille llevo ya muchos años, es una relación muy larga que nos ha dado momentos muy buenos y otros menos buenos; sin él no habría podido conseguir muchas cosas. Y con Jose, igual. Fue una incorporación del año pasado y también pudimos correr en algunos campeonatos. Hemos hecho un equipo de tres, ellos me aportan el poder esforzarme al máximo y mejorar. Que dos personas estén en mi proyecto y que entre los tres podamos conseguir resultados y mejorar es algo muy bonito y que les agradezco muchísimo.
P. Cuenta que la mejor experiencia de su vida fue un viaje solo por Nueva Zelanda. ¿Cómo surgió y qué supuso para usted?
R. Me gusta mucho viajar y, después de los Juegos de Río de Janeiro, quería despejarme un poco. Decidí buscar una manera de poder viajar solo y la encontré en mi bastón. Fui a Nueva Zelanda, que es un país muy bonito, muy natural y muy seguro, y allí pude fluir como cualquier mochilero que va por el mundo pero, simplemente, sin ver.
El palmarés del atleta, compuesto por 11 medallas, revela su versatilidad: obtuvo el bronce en la modalidad de relevos 4×100 en el Mundial de Doha (centro), fue campeón europeo en salto de longitud en Berlín en 2018 (arriba) y ha obtenido dos oros olímpicos, el último, en Tokio (abajo). Fotos: COMITÉ PARALÍMPICO ESPAÑOL
Descarrega se graduó en Psicología por la Universidad Católica de Murcia (UCAM) en 2020 y actualmente cursa en línea, mientras sus obligaciones deportivas se lo permiten, el máster oficial en Psicología General Sanitaria. “La psicología y las herramientas que aporta me han ayudado mucho a lo largo de mi vida, tanto en el deporte como en todo lo demás”, reconoce. Por eso, su ambición es dedicarse a ayudar a otras personas cuando finalice su carrera en el atletismo.
P. ¿Emplea herramientas psicológicas en su preparación deportiva?
R. Para mí la psicología es básica, está en todos los ámbitos de la vida. Es muy importante trabajarla. A mí me ha venido muy bien estudiar la carrera, pero también he hecho terapia con psicología clínica. Ahora estoy con un psicólogo deportivo para prepararme y competir de la mejor manera. Sigo formándome para ello, porque después del deporte hay que tener una profesión, como cualquiera.
P. Entonces, ¿hablamos con un psicólogo en ciernes?
R. Sí, me gustaría dedicarme a ello. Es una profesión muy bonita y me encantaría poder intentar ayudar a las personas cuando acabe mi carrera deportiva. A hacer terapia y a encontrarse a sí mismas, que es muy importante para ser feliz.
P. Es un ejemplo para muchas personas invidentes, pero puede que algunas no tengan su fuerza. ¿Qué les diría?
R. Les recomendaría pensar que, cuando uno muere, ya no va a volver a vivir. La vida es la que es, cada uno tenemos nuestras cartas. Hay que aceptarse a uno mismo, buscar la manera de hacer aquello que le haga feliz, ya sea deporte, música, pintura o lo que sea. Y si esa persona, por sí misma, no es capaz de buscar ese camino, que se refugie en su familia o en un profesional. Hay que pensar que la vida es una y que, como no espabiles, se escapa.
El talento del deportista…
Como en la vida, el talento de los deportistas se mide por su capacidad de superación personal. Para Descarrega, mucho tiene que ver con el esfuerzo, que es innegociable. “Hay que currar todos los días, haga calor, frío, llueva o nieve”.
…y el talento del psicólogo
Su futuro lejos de las pistas se orienta a ayudar a otras personas. “Cada uno tiene que buscar las herramientas psicológicas que necesita. Si no te levantas del sofá e intentas mirar más allá de los problemas que tienes, la felicidad va a ser difícil de encontrar”.
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