viernes, octubre 4

Este pequeño marsupial deja de dormir para tener más horas de sexo | Ciencia

Todo el mundo necesita dormir. Cuando los humanos o los animales no duermen lo suficiente, pueden tener dificultades para prestar atención, sufrir irritabilidad y otros efectos negativos. Al antequino australiano, sin embargo, parece no importarle, pues sacrifica horas de sueño para tener todo el sexo posible. En el curso de las tres intensas semanas del periodo de reproducción, los machos de este pequeño marsupial —una pequeña criatura parecida a un ratón— buscan copular con el mayor número de hembras en sesiones de hasta 14 horas. Investigadores de la Universidad de La Trobe en Melbourne (Australia) han identificado ese comportamiento y publican sus hallazgos este jueves en Current Biology.

Las 13 especies de antequino que se conocen habitan principalmente en Australia y Tasmania. Tienen una vida corta de tan solo 11 meses y los machos suelen morir justo después de la temporada de apareamiento. Su inusual historia de vida fue lo que atrajo a los científicos a estudiarlos. Aunque atraparlos no fue fácil, la investigadora en Ciencias Animales, Erika Zaid y sus colegas, registraron los movimientos y las medidas metabólicas de 450 de estos animales para estudiar sus rutinas de sueño. Encontraron que, en promedio, los machos sacrificaban al menos tres horas de descanso cada noche durante las tres semanas que las hembras estaban en celo.

Zaid explica que la urgencia de los antequinos macho radica en que son semélparos, es decir, que se reproducen una sola vez en la vida. Por el contrario, las hembras viven el doble y tienen más oportunidades de reproducirse. Esto ocasiona que ellos no quieren perder tiempo durmiendo y copulan durante 12 o 14 horas, mientras que ellas almacenan esperma de múltiples machos y no necesitan buscar pareja. Si una hembra deja de dormir, será por el acoso masculino que sufra durante la temporada de apareamiento.

Para garantizar su éxito reproductivo, en la contienda espermática los machos también compiten entre sí físicamente para acceder a tantas hembras como sea posible. Los que menos duerman, serán más exitosos. Según los expertos, la reducción del sueño podría ser adaptativa cuando la necesidad de reproducirse “es extrema”.

¿Muerte por exceso de sexo?

Hay tres cosas que todos los animales deben hacer: comer, evitar ser comidos y reproducirse. La capacidad para cumplir esos objetivos depende de la cantidad de sueño que disfruten, y las funciones que brinda el descanso no pueden eludirse. No existe un animal que deje de dormir del todo, pero sí hay algunos, como el antequino, que prefieren asegurar el éxito reproductivo antes que dormir. El caso más extremo es el de los correlimos pectoral, que pasan hasta 15 días sin dormir, también para copular con tantas hembras como sea posible.

La falta de sueño, sin embargo, pasa factura. Después de la temporada de apareamiento, los machos de antequinos desarrollaron lesiones cutáneas, pérdida de pelaje y menor rendimiento cuando estaban despiertos, “un efecto que se agrava noche tras noche”, explica Zaid. Otras investigaciones anteriores han propuesto que los antequinos viven poco, precisamente a causa de esa falta de sueño, en lo que llaman suicidio reproductivo. Pero después de este experimento, el equipo de Zaid no está de acuerdo del todo: “Ocho de cada diez sobrevivieron más allá de la temporada de apareamiento y los dos que murieron sincronizadamente, no fueron los que durmieron menos”, asegura la autora.

Los investigadores quieren aprender más sobre cómo los antequinos manejan la pérdida de sueño, que alcanza un nivel que haría que las personas actúen como si estuvieran legalmente intoxicadas. “¿Los antequinos están igualmente comprometidos, pero simplemente siguen adelante?”, se preguntan. “¿O simplemente son resistentes a los efectos negativos de la restricción del sueño?”.

Desgraciadamente, después de todo el esfuerzo, la descendencia de estos marsupiales no lo tiene tan fácil. Las hembras son capaces de dar a luz hasta 18 crías, pero dado que solo tienen seis pezones para alimentarlas, solo un tercio de ellas sobrevivirá. Los antequinos no están catalogados como una especie en peligro de extinción, pero la pérdida de hábitat debido al desarrollo humano sí representa una amenaza para su supervivencia. La autora detalla que fue muy difícil atrapar ejemplares y sospecha que el número de animales presentes en la naturaleza hoy, “no se acerca al registrado en la década de 1970″.

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