A Naciones Unidas se le están acabando los términos para describir la magnitud de la destrucción y de la muerte en Gaza. La ONU ha pasado de alertar, en los últimos días, de la “catástrofe” humana que sufren los 2,3 millones de habitantes del territorio palestino a asegurar este martes que esa situación se encamina ahora a un escenario “aún más infernal” para los civiles, tras las nuevas órdenes israelíes de desalojo de la población hacia el sur del enclave, ha asegurado este martes en un comunicado la coordinadora humanitaria de la ONU para los Territorios Palestinos, Lynn Hastings. Un gran número de los 1,8 millones de desplazados se hacinan ya en un área de menos de un tercio de la Franja —unos 100 kilómetros cuadrados en torno a la ciudad de Rafah— según Naciones Unidas. En esa urbe “no queda sitio ni en una sola escuela, hospital o edificio. La gente está durmiendo en la calle”, ha explicado por WhatsApp a este diario Doaa Ulyan, una desplazada gazatí.
Este martes, Avichay Adraee, portavoz en árabe del ejército israelí, ha exhortado de nuevo a la población de varias zonas de la ciudad de Jan Yunis, la segunda del territorio, a que se dirijan hacia la zona fronteriza con Egipto. La víspera, Israel había ordenado ya el desalojo de varios barrios de esa ciudad, en dirección a Rafah, en el extremo meridional del enclave. La ONU ha criticado esas nuevas órdenes de evacuación, que, según calcula, afectan a 600.000 personas, advirtiendo de que la ya abarrotada Rafah “no podrá hacer frente a que su población se duplique”, ha asegurado el director en Gaza de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Thomas White.
Pese a exhortar a los gazatíes a que se desplacen a esa localidad, la pasada noche, Israel ha intensificado sus bombardeos también allí, cuenta Ulyan, de 33 años, refugiada desde octubre en la ciudad con su marido y sus dos hijos, de ocho y 10. Esta familia huyó de su casa en Ciudad de Gaza —destruida días después por un bombardeo— siguiendo una primera orden de Israel a los habitantes del norte del territorio para que se desplazaran al sur. La noche en Rafah “ha sido aterradora, el cinturón de fuego [los bombardeos] era constante”, relata la mujer.
“Mucha gente del norte, del oeste y de Jan Yunis están ahora hacinados en Rafah”, asegura Ulyan. “¿Puede imaginar que un millón de personas se refugia ahora en esta ciudad?”, se pregunta la desplazada gazatí.
Las nuevas órdenes de desalojo israelí y el avance de la ofensiva terrestre de sus tropas han provocado también que los abarrotados refugios de la UNRWA estén más desbordados que nunca en las ocho semanas que dura la guerra, denunció el lunes Philippe Lazzarini, el director de la agencia de la ONU. Al menos 60.000 desplazados más se han sumado a quienes allí tratan de hallar una improbable protección. Muchos de esos gazatíes “han sido ya desplazados varias veces” durante esta contienda, señaló el responsable de Naciones Unidas. La ofensiva israelí en Gaza ha matado a 15.900 personas, casi la mitad, niños, según las últimas cifras divulgadas por el Ministerio de Sanidad del territorio palestino.
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“En Gaza, la situación empeora cada día”, ha recalcado este martes en una conferencia de prensa virtual Richard Peeperkorn, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Gaza. Israel está “intensificando los bombardeos por todas partes, incluso aquí en las zonas del sur, en Jan Yunis y Rafah”, ha denunciado el funcionario de la agencia de la ONU. En el norte, el ejército israelí ha anunciado haber completado el cerco al campo de refugiados de Yabalia, el más grande del territorio palestino, que los militares describen como “un bastión de Hamás”.
Ofensiva terrestre
De forma paralela a los bombardeos cada vez más intensos en el sur, Israel prosigue a su vez su ofensiva terrestre en la región meridional. Este martes, residentes de Jan Yunis citados por Reuters han afirmado que los tanques israelíes han entrado en los barrios orientales de la ciudad, después de atravesar la valla fronteriza con Gaza y en dirección hacia el oeste. Algunos de ellos han tomado posiciones en Beni Suhaila, en la periferia oriental de la urbe. Otros se han emplazado en Hamad City, un vecindario de bloques de pisos construidos por Qatar para alojar a gazatíes a los que otra guerra de Israel contra la Franja, la de 2014, dejó sin hogar. En los últimos días, los aviones israelíes han bombardeado ese barrio, que ahora luce un aspecto fantasmagórico, según reflejan imágenes divulgadas en redes sociales. Antes de la guerra, Jan Yunis tenía una población aproximada de 200.000 habitantes, que se calcula que al menos se ha duplicado por los desplazados llegados del norte tras la primera orden de desalojo israelí en octubre.
Desde Rafah, Ulyan manda un audio en el que se oye un zumbido intenso. Es el sonido de lo que los gazatíes llaman “zananah”, drones. “Estos son diferentes. Están armados”, explica la mujer. “Ese sonido nos acompaña día y noche”, afirma.
Esta gazatí sufre de colon irritable y toma una medicación que hace tres días se le acabó. Con el zumbido de los drones sobre el refugio en el que vive, ni siquiera puede intentar salir a la calle para encontrar esos medicamentos de los que depende para no enfermar. La precariedad, que ya era enorme antes de la nueva orden de evacuación hacia el sur, se ha visto incrementada por los nuevos desplazados que están llegando a Rafah.
“No tenemos agua potable. La sacamos de un pozo y la hervimos. Solo comemos judías y algo de arroz que reparte la ONU, pero hay muchísima gente y la ayuda es insuficiente. Israel solo permite que entre algo de ayuda para fingir ante los medios de comunicación, pero esa ayuda no incluye nada de lo que necesita aquí la gente. No estoy exagerando cuando digo que hay personas que se están muriendo de hambre”, asegura Ulyan.
“Solo comemos una vez al día y una cantidad muy pequeña. Muchas veces, yo no como para dárselo a mis hijos. Tampoco hay ya comida para comprar”, responde cuando se le pregunta si su familia, que reside en España, puede ayudarla económicamente. El dinero en Gaza sirve ya de poco, explica. “No queda nada. No hay productos de limpieza, ni papel higiénico, ni pañales”, asegura la mujer. Esta gazatí tiene un visado en vigor para viajar a España, pero sus hijos y su marido, no. El Consulado de España en Jerusalén respondió a su petición de ayuda para salir de la Franja indicándole que solo podía asistir a españoles.
Lo que está sucediendo en Gaza “no tiene precedentes”, asegura Ulyan. “Lo que cuento no logra transmitir ni una mínima parte del sufrimiento real que estamos padeciendo”, afirma.
La presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja, Mirjana Spoljaric, denunció el lunes el “intolerable” sufrimiento de la población durante una visita a Gaza: “Lo que más me impactó fueron los niños que tienen heridas atroces y que también han perdido a sus padres, por lo que no tienen a nadie que cuide de ellos”, dijo.
A estos niños se ha referido este martes el líder de uno de los mediadores que auspició la extinta tregua entre Israel y Hamás: Qatar. El emir de ese país árabe, Tamim bin Hamad al Thani, ha criticado a la comunidad internacional por “abandonar a los niños de Palestina”, y pedido abrir una investigación internacional sobre los “crímenes brutales” de Israel en la Franja, según Efe.
Al Thani ha hecho estas declaraciones en Doha en la inauguración de la cumbre de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, una organización de la que también forman parte Arabia Saudí, Baréin, Kuwait, Omán, Emiratos Árabes Unidos. Dos de los principales puntos del orden del día de esta reunión son “detener la guerra en Gaza” y restablecer la tregua, ha señalado Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim al Thani, primer ministro del pequeño emirato del Golfo.
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