viernes, octubre 4

Pelea en los despachos y movilización en las playas: la crisis de los ‘pellets’ en Galicia que se fraguó a fuego lento | Cambio climático | Clima y Medio Ambiente

La semana que termina debería haber sido la de presentar el programa electoral, dejarse fotografiar, pasear por los platós, disfrutar del músculo electoral y dar un par de impactantes mítines para rematar la sensación de poderío. Pero no fue así. El mismo lunes que el nombre de Alfonso Rueda —presidente de la Xunta y candidato a las elecciones del próximo 18 de febrero— aparecía encabezando las encuestas, en las puertas de muchos ayuntamientos de la costa gallega quedaron abandonadas decenas de bolsas de basura llenas de un extraño plástico blanco salido de las playas que nadie sabía ni en qué contenedor depositar.

Hasta ese día, la política gallega transcurría por aguas más tranquilas, enredada en saber si el PP revalidaría la mayoría absoluta, si Alberto Núñez Feijóo se implicaría en la campaña, la ruptura entre Sumar y Podemos o el crecimiento del nacionalismo de la mano del BNG. Sin embargo, ajenos a ese debate, de teléfono en teléfono se movía nerviosa otra realidad que reenviaba fotos de bolitas de plástico, listas de playas afectadas y tablas de Excel con turnos y nombres de voluntarios. Ese fin de semana, cientos de personas se lanzaron a las playas con espumaderas, escobas o aspiradoras de mano para limpiar las orillas. 22 ayuntamientos que gestionan 29 playas de la Costa Atlántica no sabían cómo limpiar correctamente, ni qué hacer con el plástico, ni cómo gestionar la avalancha de peticiones de voluntarios que querían unirse a las brigadas de limpieza.

La inesperada reacción obligó a dar un giro a la campaña. Después de tres semanas encapsulado en la ría, el escándalo del vertido había llegado a Madrid y a Bruselas, donde el vertido ya ha tenido impacto en el debate sobre la futura ley europea de microplásticos. En 72 horas, Rueda pasó de decir que el problema de los pellets estaba dimensionado “en su justa medida” a elevar al nivel 2 de emergencia y exigir al Ejecutivo central un avión, dos helicópteros, cuatro barcos, siete lanchas, un robot submarino no tripulado, formación para voluntarios y un retén en tierra. La Xunta dejó de ignorar el problema para pasar a pedir “la sexta flota”, ironizó el ministro Óscar Puente. En tres días, el discurso autonómico cambió del “no pasa nada” a “llega el fin del mundo” por culpa de Pedro Sánchez. O, como resumía un marinero de O Grove, “Del nunca máis pasamos al outra máis”.

En su solicitud al Gobierno central, Galicia limitó al mar la petición de ayuda al Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), argumentando que es necesario retirar los sacos del agua antes de que se rompan y que la gestión de costa forma parte de sus competencias. Una postura diametralmente opuesta a la de Asturias, que, con la aparición de los primeros plásticos, declaró el nivel 2 de alerta y solicitó la ayuda de la Administración central para limpiar las playas.

La polémica en los despachos ha estado centrada en saber quién recibió antes la voz de alarma y quién miró hacia otro lado. Si fue el mismo 8 de diciembre ―cuando el buque Toconao, procedente de Algeciras y camino de Róterdam, perdió seis contenedores en la costa portuguesa, a la altura de Viana do Castelo― cuando Portugal avisó al ministerio o si fue el 13 de diciembre cuando la Xunta recibió la primera llamada al 112 del dueño de un bar en Corrubedo. La Xunta de Galicia, sin embargo, no da importancia a esa primera comunicación. La vicepresidenta Ángeles Vázquez, la mujer a la que Rueda ha encargado la gestión mediática de la crisis, justificó la indiferencia diciendo en una entrevista radiofónica: “Recibimos una media de 2.600 llamadas durante 365 días y 1.500 de ellas están vinculadas a vertidos”.

Sin embargo, el resumen que la Xunta publica sobre el funcionamiento del teléfono 112 —consultado por este periódico— señala que, de todas las llamadas recibidas en 2022, solo en 900 de ellas hay alguien al otro lado o no es una equivocación. Y de todas ellas, apenas tres llamadas cada día están relacionadas con medio ambiente, porque el apartado “vertido” ni siquiera existe entre los rubros con que son clasificadas.

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El resto de las polémicas se han centrado en conocer la toxicidad de los pellets y averiguar quién es el responsable; si el fabricante, el barco o la naviera. En su intento por instalar un relato, ninguna de las administraciones asume que solo un mes después de que aparecieran las primeras bolas de plástico se ha empezado a movilizar con cierto orden: personal, dinero, metodologías o aviones de Salvamento Marítimo.

“Evitar el contacto con la piel y los ojos”

La Xunta ha encargado análisis de la ficha del fabricante (es decir, no analizan la composición química de los microplásticos) y afirma que no son tóxicos, aunque no los ha hecho públicos. Sin embargo, EL PAÍS ha accedido a ellos y sí detalla cautelas a la hora de manejar los pellets en caso de vertido: “Para su manejo y almacenamiento, se recomienda no inhalar el polvo, evitar el contacto con piel y ojos y, por lo tanto, el uso de gafas de protección y guantes”.

En este punto, los ayuntamientos siguen sin saber qué hacer con los sacos de plástico encontrados y exigen un protocolo claro de actuación. “¿Hacen falta guantes?, ¿quién nos los da?, ¿dónde guardamos los sacos?, ¿afecta al pescado?”, se preguntaba la concejala de Medio Ambiente de O Grove, Ángeles Domínguez.

Pellets Galicia
Aparición de ‘pellets’ en una playa de Muros (A Coruña), el pasado domingo.
ÓSCAR CORRAL

A lo que sucede en los despachos y en las playas se suma el runrún que agita las redes sociales y los medios de comunicación vinculados a la campaña electoral. Memes de falsas lubinas con la boca llena de bolas circulan junto a fotografías de Rueda y el eslogan “que te vote chapapote”. Los trabajadores de la Televisión Pública de Galicia llevan casi 300 semanas protestando contra la manipulación informativa y el jueves volvieron a manifestarse en las instalaciones de la televisión contra “el uso burdo y partidista” de los medios públicos en la crisis de los pellets. Entre otras cosas, exigen dejar de utilizar el término “bolitas” para tratar de quitarle importancia. Esta semana el tema pasó de no existir a monopolizar los informativos.

Para este fin de semana las previsiones meteorológicas anuncian temporal y el consiguiente aumento de lluvias, vientos y oleaje que empujarán más plástico a la orilla. Paralelamente, los teléfonos de amigos, activistas, vecinos, surferos o pescadores echan humo, y miles de personas colapsan los grupos de WhatsApp y Telegram, organizándose para volver a alguno de los 1.500 kilómetros de costa y unirse a los operarios de Tragsa. Este domingo habrá movilizaciones en distintas ciudades y el día 21 hay prevista una gran manifestación en Santiago. La semana destinada a que Rueda presumiera de encuestas terminará con miles de personas de rodillas recogiendo plástico en las playas.

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