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Durante una audiencia con el Capítulo General de los Frailes Menores Capuchinos, el Papa se dirigió a los capuchinos vascos que conoció en Argentina, que fueron expulsados por Franco. En su discurso subrayó la importancia de centrar el trabajo no en el dinero ni en el cálculo humano, sino en las personas y la fraternidad.
El Papa instruyó a los frágiles a considerar los recursos económicos como herramientas útiles, pero nunca como objetivos finales. «En el centro deben estar las personas: las que son enviadas por el Señor y las que rodean, su acogida y salvación», afirmó.
Además, el Papa recordó su experiencia con los capuchinos en Buenos Aires, recordando a algunos de ellos venidos del País Vasco y destacando la calidad de su trabajo como confesores. Mencionó a Luis Pascual Dri, uno de ellos, quien recientemente fue nombrado cardenal.
Al final, el Papa sugirió las tres dimensiones de la espiritualidad franciscana: fraternidad, disponibilidad y compromiso por la paz. Los animó a ser fraternos, accesibles y dedicados a la paz, despertando su disposición a ir a lugares donde otros no iban.
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